seguridad industrial
La seguridad industrial es un área multidisciplinaria que se encarga de minimizar los riesgos en la industria. Parte del supuesto de que toda actividad industrial tiene peligros inherentes que necesitan de una correcta gestión.
Los principales riesgos en la industria están vinculados a los accidentes, que pueden tener un importante impacto ambiental y perjudicar a regiones enteras, aún más allá de la empresa donde ocurre el siniestro.
La seguridad industrial, por lo tanto, requiere de laprotección de los trabajadores (con las vestimentas necesarias, por ejemplo) y su monitoreo médico, la implementación de controles técnicos y la formación vinculada al control de riesgos.
Cabe destacar que la seguridad industrial siempre es relativa, ya que es imposible garantizar que nunca se producirá ningún tipo de accidente. De todas formas, su misión principal es trabajar para prevenir los siniestros.
Un aspecto muy importante de la seguridad industrial es el uso de estadísticas, que le permite advertir en qué sectores suelen producirse los accidentes para extremar las precauciones. De todas formas, como ya dijimos, la seguridad absoluta nunca puede asegurarse.
La innovación tecnológica, el recambio de maquinarias, la capacitación de los trabajadores y los controles habituales son algunas de las actividades vinculadas a la seguridad industrial.
No puede obviarse que, muchas veces, las empresas deciden no invertir en seguridad para ahorrar costos, lo que pone en riesgo la vida de los trabajadores. De igual forma, el estado tiene la obligación de controlar la seguridad, algo que muchas veces no sucede por negligencia o corrupción.
http://definicion.de/seguridad-industrial/
Los principales riesgos en la industria están vinculados a los accidentes, que pueden tener un importante impacto ambiental y perjudicar a regiones enteras, aún más allá de la empresa donde ocurre el siniestro.
La seguridad industrial, por lo tanto, requiere de laprotección de los trabajadores (con las vestimentas necesarias, por ejemplo) y su monitoreo médico, la implementación de controles técnicos y la formación vinculada al control de riesgos.
Cabe destacar que la seguridad industrial siempre es relativa, ya que es imposible garantizar que nunca se producirá ningún tipo de accidente. De todas formas, su misión principal es trabajar para prevenir los siniestros.
Un aspecto muy importante de la seguridad industrial es el uso de estadísticas, que le permite advertir en qué sectores suelen producirse los accidentes para extremar las precauciones. De todas formas, como ya dijimos, la seguridad absoluta nunca puede asegurarse.
La innovación tecnológica, el recambio de maquinarias, la capacitación de los trabajadores y los controles habituales son algunas de las actividades vinculadas a la seguridad industrial.
No puede obviarse que, muchas veces, las empresas deciden no invertir en seguridad para ahorrar costos, lo que pone en riesgo la vida de los trabajadores. De igual forma, el estado tiene la obligación de controlar la seguridad, algo que muchas veces no sucede por negligencia o corrupción.
http://definicion.de/seguridad-industrial/
normas técnicas
Como en todas las actividades humanas, las leyes y normas son hechas para regular el comportamiento de todos y por supuesto, facilitar la convivencia.
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que estamos involucrados en el tema de seguridad industrial hemos oído alguna vez frases que descalifican o buscan descalificar las normas que se han establecido. La parte infortunada de esas afirmaciones de descalificación es que quienes lo hacen parece que miran el árbol sin considerar el bosque; pero más allá, dan la sensación que no tienen intención de hacerlo.
Para nadie es un secreto, ni es necesario hacer grandes investigaciones para relacionar accidentes con violación de normas -en muchos casos elementales- de seguridad. La prisa, la administración por emergencia y el hacer las cosas “a toda costa” tienen un precio que tristemente pagan aquellos que “se limitan a cumplir órdenes” sin importar lo que digan las normas. La legislación de todos los países (espero que sean todos) otorga a los trabajadores el derecho de negarse a ejecutar tareas que atenten contra su salud y su integridad. Lastimosamente muchos accidentados no están informados o simplemente no ejercen este derecho.
Por otra parte están también, las normas absurdas y el tratamiento erróneo que se pueda dar a ellas. Si el ejecutar una tarea simple y repetitiva implica llenar formularios interminables, solicitar autorizaciones y esperar días para su respuesta, es de suponer que quien vaya a realizarla hará lo posible por evitar todo el trámite. En primera instancia porque nadie quiere demorar más en el papeleo que en la acción y segundo, porque todos queremos ver nuestro trabajo hecho.
Cualquiera podría desprevenidamente pensar que hacer un manual de seguridad industrial e incluir normas en él es un asunto fácil, que puede hacerse en unas horas “copiando y pegando” de internet. Bien lejos están de la realidad. Efectivamente hay algunos principios y normas generales que aplican para todos, pero extenderlas a todo el universo de la seguridad industrial es un error tan grande como frecuente.
Como principio, siempre creo que las normas deben ser consecuencias. Es decir, antes de instituir una norma se deben considerar otros asuntos como las mejores prácticas de las industrias, la posibilidad de establecerlas en cada empresa particular, los temas culturales de los trabajadores involucrados o cubiertos por ellas y las condiciones del sitio de trabajo.
Por último, quiero mencionar también la ausencia de normas. Como lo indiqué al principio, estas existen para regular nuestra interacción con los demás y la falta de ellas es abonar el terreno para el desorden.
Como en todas las actividades humanas, las leyes y normas son hechas para regular el comportamiento de todos y por supuesto, facilitar la convivencia.
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que estamos involucrados en el tema de seguridad industrial hemos oído alguna vez frases que descalifican o buscan descalificar las normas que se han establecido. La parte infortunada de esas afirmaciones de descalificación es que quienes lo hacen parece que miran el árbol sin considerar el bosque; pero más allá, dan la sensación que no tienen intención de hacerlo.
Para nadie es un secreto, ni es necesario hacer grandes investigaciones para relacionar accidentes con violación de normas -en muchos casos elementales- de seguridad. La prisa, la administración por emergencia y el hacer las cosas “a toda costa” tienen un precio que tristemente pagan aquellos que “se limitan a cumplir órdenes” sin importar lo que digan las normas. La legislación de todos los países (espero que sean todos) otorga a los trabajadores el derecho de negarse a ejecutar tareas que atenten contra su salud y su integridad. Lastimosamente muchos accidentados no están informados o simplemente no ejercen este derecho.
Por otra parte están también, las normas absurdas y el tratamiento erróneo que se pueda dar a ellas. Si el ejecutar una tarea simple y repetitiva implica llenar formularios interminables, solicitar autorizaciones y esperar días para su respuesta, es de suponer que quien vaya a realizarla hará lo posible por evitar todo el trámite. En primera instancia porque nadie quiere demorar más en el papeleo que en la acción y segundo, porque todos queremos ver nuestro trabajo hecho.
Cualquiera podría desprevenidamente pensar que hacer un manual de seguridad industrial e incluir normas en él es un asunto fácil, que puede hacerse en unas horas “copiando y pegando” de internet. Bien lejos están de la realidad. Efectivamente hay algunos principios y normas generales que aplican para todos, pero extenderlas a todo el universo de la seguridad industrial es un error tan grande como frecuente.
Como principio, siempre creo que las normas deben ser consecuencias. Es decir, antes de instituir una norma se deben considerar otros asuntos como las mejores prácticas de las industrias, la posibilidad de establecerlas en cada empresa particular, los temas culturales de los trabajadores involucrados o cubiertos por ellas y las condiciones del sitio de trabajo.
Por último, quiero mencionar también la ausencia de normas. Como lo indiqué al principio, estas existen para regular nuestra interacción con los demás y la falta de ellas es abonar el terreno para el desorden.
Como en todas las actividades humanas, las leyes y normas son hechas para regular el comportamiento de todos y por supuesto, facilitar la convivencia.
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que estamos involucrados en el tema de seguridad industrial hemos oído alguna vez frases que descalifican o buscan descalificar las normas que se han establecido. La parte infortunada de esas afirmaciones de descalificación es que quienes lo hacen parece que miran el árbol sin considerar el bosque; pero más allá, dan la sensación que no tienen intención de hacerlo.
Para nadie es un secreto, ni es necesario hacer grandes investigaciones para relacionar accidentes con violación de normas -en muchos casos elementales- de seguridad. La prisa, la administración por emergencia y el hacer las cosas “a toda costa” tienen un precio que tristemente pagan aquellos que “se limitan a cumplir órdenes” sin importar lo que digan las normas. La legislación de todos los países (espero que sean todos) otorga a los trabajadores el derecho de negarse a ejecutar tareas que atenten contra su salud y su integridad. Lastimosamente muchos accidentados no están informados o simplemente no ejercen este derecho.
Por otra parte están también, las normas absurdas y el tratamiento erróneo que se pueda dar a ellas. Si el ejecutar una tarea simple y repetitiva implica llenar formularios interminables, solicitar autorizaciones y esperar días para su respuesta, es de suponer que quien vaya a realizarla hará lo posible por evitar todo el trámite. En primera instancia porque nadie quiere demorar más en el papeleo que en la acción y segundo, porque todos queremos ver nuestro trabajo hecho.
Cualquiera podría desprevenidamente pensar que hacer un manual de seguridad industrial e incluir normas en él es un asunto fácil, que puede hacerse en unas horas “copiando y pegando” de internet. Bien lejos están de la realidad. Efectivamente hay algunos principios y normas generales que aplican para todos, pero extenderlas a todo el universo de la seguridad industrial es un error tan grande como frecuente.
Como principio, siempre creo que las normas deben ser consecuencias. Es decir, antes de instituir una norma se deben considerar otros asuntos como las mejores prácticas de las industrias, la posibilidad de establecerlas en cada empresa particular, los temas culturales de los trabajadores involucrados o cubiertos por ellas y las condiciones del sitio de trabajo.
Por último, quiero mencionar también la ausencia de normas. Como lo indiqué al principio, estas existen para regular nuestra interacción con los demás y la falta de ellas es abonar el terreno para el desorden.
http://www.ri-ol.com/bloga/2008/02/05/normas-de-seguridad-industrial/
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que estamos involucrados en el tema de seguridad industrial hemos oído alguna vez frases que descalifican o buscan descalificar las normas que se han establecido. La parte infortunada de esas afirmaciones de descalificación es que quienes lo hacen parece que miran el árbol sin considerar el bosque; pero más allá, dan la sensación que no tienen intención de hacerlo.
Para nadie es un secreto, ni es necesario hacer grandes investigaciones para relacionar accidentes con violación de normas -en muchos casos elementales- de seguridad. La prisa, la administración por emergencia y el hacer las cosas “a toda costa” tienen un precio que tristemente pagan aquellos que “se limitan a cumplir órdenes” sin importar lo que digan las normas. La legislación de todos los países (espero que sean todos) otorga a los trabajadores el derecho de negarse a ejecutar tareas que atenten contra su salud y su integridad. Lastimosamente muchos accidentados no están informados o simplemente no ejercen este derecho.
Por otra parte están también, las normas absurdas y el tratamiento erróneo que se pueda dar a ellas. Si el ejecutar una tarea simple y repetitiva implica llenar formularios interminables, solicitar autorizaciones y esperar días para su respuesta, es de suponer que quien vaya a realizarla hará lo posible por evitar todo el trámite. En primera instancia porque nadie quiere demorar más en el papeleo que en la acción y segundo, porque todos queremos ver nuestro trabajo hecho.
Cualquiera podría desprevenidamente pensar que hacer un manual de seguridad industrial e incluir normas en él es un asunto fácil, que puede hacerse en unas horas “copiando y pegando” de internet. Bien lejos están de la realidad. Efectivamente hay algunos principios y normas generales que aplican para todos, pero extenderlas a todo el universo de la seguridad industrial es un error tan grande como frecuente.
Como principio, siempre creo que las normas deben ser consecuencias. Es decir, antes de instituir una norma se deben considerar otros asuntos como las mejores prácticas de las industrias, la posibilidad de establecerlas en cada empresa particular, los temas culturales de los trabajadores involucrados o cubiertos por ellas y las condiciones del sitio de trabajo.
Por último, quiero mencionar también la ausencia de normas. Como lo indiqué al principio, estas existen para regular nuestra interacción con los demás y la falta de ellas es abonar el terreno para el desorden.
Como en todas las actividades humanas, las leyes y normas son hechas para regular el comportamiento de todos y por supuesto, facilitar la convivencia.
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que estamos involucrados en el tema de seguridad industrial hemos oído alguna vez frases que descalifican o buscan descalificar las normas que se han establecido. La parte infortunada de esas afirmaciones de descalificación es que quienes lo hacen parece que miran el árbol sin considerar el bosque; pero más allá, dan la sensación que no tienen intención de hacerlo.
Para nadie es un secreto, ni es necesario hacer grandes investigaciones para relacionar accidentes con violación de normas -en muchos casos elementales- de seguridad. La prisa, la administración por emergencia y el hacer las cosas “a toda costa” tienen un precio que tristemente pagan aquellos que “se limitan a cumplir órdenes” sin importar lo que digan las normas. La legislación de todos los países (espero que sean todos) otorga a los trabajadores el derecho de negarse a ejecutar tareas que atenten contra su salud y su integridad. Lastimosamente muchos accidentados no están informados o simplemente no ejercen este derecho.
Por otra parte están también, las normas absurdas y el tratamiento erróneo que se pueda dar a ellas. Si el ejecutar una tarea simple y repetitiva implica llenar formularios interminables, solicitar autorizaciones y esperar días para su respuesta, es de suponer que quien vaya a realizarla hará lo posible por evitar todo el trámite. En primera instancia porque nadie quiere demorar más en el papeleo que en la acción y segundo, porque todos queremos ver nuestro trabajo hecho.
Cualquiera podría desprevenidamente pensar que hacer un manual de seguridad industrial e incluir normas en él es un asunto fácil, que puede hacerse en unas horas “copiando y pegando” de internet. Bien lejos están de la realidad. Efectivamente hay algunos principios y normas generales que aplican para todos, pero extenderlas a todo el universo de la seguridad industrial es un error tan grande como frecuente.
Como principio, siempre creo que las normas deben ser consecuencias. Es decir, antes de instituir una norma se deben considerar otros asuntos como las mejores prácticas de las industrias, la posibilidad de establecerlas en cada empresa particular, los temas culturales de los trabajadores involucrados o cubiertos por ellas y las condiciones del sitio de trabajo.
Por último, quiero mencionar también la ausencia de normas. Como lo indiqué al principio, estas existen para regular nuestra interacción con los demás y la falta de ellas es abonar el terreno para el desorden.
Como en todas las actividades humanas, las leyes y normas son hechas para regular el comportamiento de todos y por supuesto, facilitar la convivencia.
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que estamos involucrados en el tema de seguridad industrial hemos oído alguna vez frases que descalifican o buscan descalificar las normas que se han establecido. La parte infortunada de esas afirmaciones de descalificación es que quienes lo hacen parece que miran el árbol sin considerar el bosque; pero más allá, dan la sensación que no tienen intención de hacerlo.
Para nadie es un secreto, ni es necesario hacer grandes investigaciones para relacionar accidentes con violación de normas -en muchos casos elementales- de seguridad. La prisa, la administración por emergencia y el hacer las cosas “a toda costa” tienen un precio que tristemente pagan aquellos que “se limitan a cumplir órdenes” sin importar lo que digan las normas. La legislación de todos los países (espero que sean todos) otorga a los trabajadores el derecho de negarse a ejecutar tareas que atenten contra su salud y su integridad. Lastimosamente muchos accidentados no están informados o simplemente no ejercen este derecho.
Por otra parte están también, las normas absurdas y el tratamiento erróneo que se pueda dar a ellas. Si el ejecutar una tarea simple y repetitiva implica llenar formularios interminables, solicitar autorizaciones y esperar días para su respuesta, es de suponer que quien vaya a realizarla hará lo posible por evitar todo el trámite. En primera instancia porque nadie quiere demorar más en el papeleo que en la acción y segundo, porque todos queremos ver nuestro trabajo hecho.
Cualquiera podría desprevenidamente pensar que hacer un manual de seguridad industrial e incluir normas en él es un asunto fácil, que puede hacerse en unas horas “copiando y pegando” de internet. Bien lejos están de la realidad. Efectivamente hay algunos principios y normas generales que aplican para todos, pero extenderlas a todo el universo de la seguridad industrial es un error tan grande como frecuente.
Como principio, siempre creo que las normas deben ser consecuencias. Es decir, antes de instituir una norma se deben considerar otros asuntos como las mejores prácticas de las industrias, la posibilidad de establecerlas en cada empresa particular, los temas culturales de los trabajadores involucrados o cubiertos por ellas y las condiciones del sitio de trabajo.
Por último, quiero mencionar también la ausencia de normas. Como lo indiqué al principio, estas existen para regular nuestra interacción con los demás y la falta de ellas es abonar el terreno para el desorden.
http://www.ri-ol.com/bloga/2008/02/05/normas-de-seguridad-industrial/